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Quisiera empezar diciendo que estas historias son de una mamá primeriza, desde su perspectiva y tal vez desconociendo muchas cosas, muy seguramente otra puede ser la historia contada desde la perspectiva de la peque. Y lo digo porque no será posible saber cómo enfrentó la peque este año, la verdadera protagonista… pero nosotras como actrices de reparto también sobrevivimos.

Todo empieza desde que cumple el primer año, esa indecisión de uno, de cuando debe ingresar a la escolaridad de primera infancia – jardín se le llama – Hay unos pequeños que inician desde bebés por una u otra razón, mi preocupación de que entre a temprana edad, siempre fue para que socializará más… pues vivimos lejos de la familia. Sin embargo, la pediatra nos recomendó que fuera a los 2 años.

Cuando llego el momento se exploró diferentes jardines, muchos ofrecen actividades muy buenas desde lo educativo y desde el juego, pero en general todos son muy costosos y ese costo influye mucho en la decisión. Lo segundo es la ubicación, en mi ciudad hay un tráfico horrible, sinceramente no me imagino a mi hija en ese trancón. Así que lo que hice fue poner límite al costo y a la zona geográfica, y ahí si mirar cual es ‘mejor’ para nosotros como familia.

Sobrevive al jardín mamá primeriza

Yo no recuerdo como fue mi primer día en el jardín, así que creo que el primer día en el jardín es de recordar para uno como mamá, inclusive unos días antes: las ansias, los nervios, la preocupación. No creo que la peque se imaginaba – aunque se le cuenta desde un mes antes – que era el primer día en el jardín, y lo que eso significaba.

Fuimos los dos padres y subimos a conocer el salón y la profesora, y al despedirnos llegó el llanto. Dejar llorando a la peque fue de lo más triste, como en la mitad de las gradas ya quería ir a ver que paso… ¿qué paso? no lo sé, creo que ahí empieza esa confianza que se debe tener, entre profesora y padres, porque debemos dejar hacer el trabajo.

Después de la primera semana dejó de llorar, pero aún malhumorada, para mi era como: me tocó quedarme. Pero a las dos semanas, ya fue cada vez más contenta, hasta que al levantarse la emoción por ir a jugar y a aprender al jardín se ve en su carita.

No sé cómo la peque lo vivió todo, sin embargo, lo bonito es que hoy en día te dan una agenda, y te escriben lo más importante: que comió, si hizo chichi (orino), si hizo popo y una que otra actividad secundaria. En esa agenda misma me comunicaron de ahí en adelante: cuando se portó mal, cuando se golpeó, cuando golpeó a alguien, etc.

Sobrevive al jardín mamá primeriza

Lo más emocionante, y ustedes también estarán de acuerdo – creo – es cuando llega por primera vez con un trabajo manual, unos rayones que admiras como si fuera una obra maestra, y cada que pasa el tiempo, logras ver a través de esos trabajos una evolución.

Lo más complicado, y las que ya tienen peques en el jardín estarán de acuerdo – creo – es cuando se contagian y se enferman y así. Nosotros pasamos hasta por una hospitalización, porque cuando tu peque tiene defensas bajas y solo ha estado en el ambiente de pocas personas, es fácil de agarrar uno que otro resfriado, diarrea u otra enfermedad. Lo que aprendí de eso fue:

  • tratar de mantener las defensas altas,
  • ser paciente y actuar rápido porque es normal que se enfermen,
  • no llevar a la peque si está enferma, así sea un medio resfriado, porque así no se contagia a otros peques.

Sobrevive al jardín mamá primeriza

Hay dos tipos de eventos claves para uno en el jardín:

  • Los programas culturales

La emoción que sentí de verla en el escenario bailar, es decir, unos leves movimientos, uno que otro aplauso y vueltas, pero que para uno son los pasos de toda una futura bailarina.

  • La entrega de informes.

Para ver su evolución, – no crean que hay notas a esa edad – sirve para ver cómo va su desarrollo social y motriz según los profesores, así como cuales son esos primeros conocimientos que empiezan a obtener. Y esos informes ayudan a saber que hay que apoyar en casa.

Al final del primer año escolar pude notar cómo evolucionó solo con verla. También ver cómo aprendió cosas nuevas y como te habla de eso. ¡Ah! Y como va al baño y dejo los pañales – como lo mencionó en otro artículo – el jardín fue el que nos apoyó y empezó el proceso.

No puedo saber exactamente que vivió y si fue lo mejor que entrará a esa edad al jardín, pero me alegra saber que está feliz y eso al final es lo que importa.

Sobrevive al jardín mamá primeriza

Y en el tiempo que ella está en el jardín, uno sigue siendo uno, y sigo luchando por mis propios sueños y por mis emprendimientos.


Recuerda que tú también puedes contar tu historia aquí… porque no estamos solas.