Seleccionar página
La historia de este artículo es de una madre primeriza que se nos une a contar su propia historia, si también estas interesada puedes escribirme aquí.

Los dejo con la lectura…


Fui una mujer trabajadora por mucho tiempo, soy ingeniera y siempre trabajé, sin embargo, cuando me convertí en madre de una hermosa nena hace años mis prioridades cambiaron. Con el pasar de los años empecé a sentir esas ganas de poder tener más tiempo con mi hija, los días en el trabajo se hacían eternos y peor aún si me tocaba trabajar hasta tarde.

A pesar de que mi hija se encontraba al cuidado de la mejor persona en el mundo, mi madre, yo sentía que estaba dejando pasar los mejores momentos de su infancia: sus primeras palabras, verla gatear por toda la casa, sus primeras comidas, caminar por primera vez, las llegadas del jardín y tantos momentos más.  
Desafortunadamente para mí no era posible dejar de trabajar debido a las obligaciones y compromisos que teníamos con mi esposo, era muy duro si yo dejaba de trabajar ya que ese dinero era parte considerable del sostenimiento mensual de nuestra pequeña familia. Y así pasaron los años, disfrutando de mi pequeña los fines de semana … siendo una mamá de medio tiempo, pero sin perder las esperanzas, deseando que se nos presente una buena oportunidad para poder cambiarnos de ciudad y tal vez dejar de trabajar un tiempo para dedicárselo por completo a mi hija.
Y aunque parezca increíble mi deseo se cumplió, no solo fue un cambio de ciudad sino un cambio de país y de idioma, un abandonar todo lo que habíamos construido en años viviendo fuera de nuestra ciudad natal para ir detrás de un sueño, de la promesa de una vida mejor, para empezar de nuevo, pero sobre todo la gran oportunidad de dedicarme al hogar y a cuidar de mi hija. No lo pensamos dos veces y tomamos la decisión, nos iríamos del país a ver qué nos deparaba el futuro.
Al principio fue difícil para todos, adaptarnos a todos los cambios que implican el irse a vivir a un nuevo país, para mi hija el temor de estar en una nueva escuela, con nuevos amigos, y nuevas profesoras; para mi esposo un nuevo trabajo; y para mi, asumir el rol que siempre desee, el rol de mamá de tiempo completo, pero además el de ama de casa, para el cual no estaba nada acostumbrada.
Y ahí estaba yo… con todo lo que siempre soñé sin tener ni idea de por dónde empezar; debo admitir que no fue fácil, el ser ama de casa no era rol para el cual me sentía preparada, hacerme cargo del hogar y todas sus implicaciones.  Sin embargo 6 meses después puedo decir que con un poco de organización y esfuerzo lo he ido logrando, balancear las tareas diarias del hogar con el cuidado y atención de mi hija.
El pasar las tardes inventando juegos no tiene precio, todo eso que antes no podía hacer debido a mi trabajo. No me malinterpreten a mí me gustaba mi trabajo, de hecho extraño un poco la libertad que me daba el poder salir todos los días de mi casa a trabajar y el esfuerzo intelectual que implica, y aunque quiero volver a trabajar en algún punto, simplemente quiero aprovechar esta gran oportunidad que sé me ha dado porque sé que es única, sé que ahí afuera hay muchas madres trabajadoras que desean hacerlo, pero sus obligaciones no se los permiten.

Por ahora mis días pasan jugando a las princesas, viendo peliculas, yendo al parque o a la librería, haciendo tazas de té con rollos de papel, coloreando, haciendo galletas y tantas otras cosas… disfrutando cada risa cada abrazo y cada beso al máximo, sintiéndome más cerca de mi hija que nunca y aunque sé que esto no va a durar para siempre cuando los años pasen y mi hija crezca y ella prefiera salir de shopping con sus amigas a jugar con mamá; solo quedara en mi mente y mi corazón la satisfacción de haberme dedicado a ella como siempre lo quise al 100%, siendo una mamá de tiempo completo.